Portafolio docente >

Filosofía de enseñanza

Volver ↖


Realizo este texto reflexivo recurriendo a la libertad que ofrece el lenguaje cuando nos permitimos jugar con él, abrazando lo indeterminado y lo abstracto desde una actitud lúdica, para así abrir espacio a lo que puedo aprender escribiendo, a lo que puedo enseñarme jugando con las ideas.

1

En la relación profesor-estudiante me asumo, principalmente, como propiciador de (auto)aprendizajes; como quien a partir de pautas, señales, pistas, preguntas y detonantes invita al otro a emprender una búsqueda hacia el descubrimiento de caminos imprevistos e inexplorados, de respuestas o preguntas formuladas de manera distinta. A veces, también, una respuesta puede ser tan oportuna como una pregunta, ya que, un atajo puede hacer la diferencia entre estimular el aprendizaje o prolongar un atasco. Un atajo puede facilitar el encuentro con lo que hay detrás del obstáculo e incluso llenar un vacío mental en el otro estableciendo un puente entre ideas ya asimiladas. Por el contrario, un atajo que no se muestra, puede dejar que la frustración o bloqueo reduzca las posibilidades de descubrimiento y desencadene una desconexión motivacional con el proceso de aprendizaje. Ninguno de los extremos es totalmente favorable, pienso que hay un punto medio entre el atajo y el atasco que suscita el aprendizaje. Discernir cómo obrar ante la duda o dificultad que el otro pueda llegar a tener exige mantener una relación sensible con él, reconocer su situación particular y obrar desde una suerte de generosidad prudente y aguda.

2

Ser un propiciador de (auto)aprendizajes implica reconocer en el otro un potencial para ser agente de su propio aprendizaje, es decir, alguien capaz de llegar a sus propios hallazgos articulando de manera consciente lo que sabe (hacer/decir/mirar) con lo que puede llegar a saber (hacer/decir/mirar). Por lo mismo, intento estimular la capacidad de articulación, y encuentro indispensable, como profesor, establecer un camino entre ambos estados (un estado actual y un estado potencial), y crear circunstancias para poder recorrerlo, no evitando por completo cualquier fricción que pueda haber, sino, al ser consciente de que las puede haber, brindar la guía necesaria para afrontarlas. Un propiciador de (auto)aprendizajes es entonces, como yo lo concibo, un configurador de condiciones, de reglas de juego que provoquen la acción, movilicen el pensamiento, la apropiación de herramientas, la construcción colectiva, el diálogo, el desarrollo de criterios para tomar decisiones frente a ciertas situaciones y problemas creativos, fomentando todo ello desde el ejercicio de la voluntad y la autodeterminación, no desde la imposición.

3

Como propiciador de (auto)aprendizajes intento disponer un territorio relativamente estructurado a partir de ciertos límites, dentro del cual sea posible moverse con algún grado de libertad, donde emerjan relaciones, se intercambien ideas y haya lugar para la espontaneidad, incluyendo la mía, dado que en el aula de clase mi subjetividad se pone en escena a través del cuerpo, que significa estar presente de una manera performativa, es decir, que me produzco y me construyo bajo ciertos límites al mismo tiempo que provoco que el otro se produzca y construya. Por ello, a veces también me permito expandir dichos límites, cambiar las reglas, entendiendo que, yo mismo soy un condicionante para que el aprendizaje suceda, intentando responder en tiempo real y de manera dialógica a las contingencias, sabiendo cuándo hacerme a un lado y cuándo acompañar, cuándo incomodar y cuándo facilitar, cuándo cuestionar y cuándo validar.

4

Nunca dejamos de aprender. Es una circunstancia que en el mundo actual se ha intensificado, especialmente en el campo en el que me desempeño, que está atravesado por el surgimiento permanente de herramientas nuevas, formas diversas de crear, entre otras variables, que exigen una constante actualización y asimilación. Como sujetos, estamos en constante construcción, y por ello en este contexto cambiante, considero fundamental aprender a aprender de forma autónoma. Cuando hablo de autoaprendizajes me refiero a la capacidad de desarrollar estrategias para aprender según los ritmos, necesidades y posibilidades individuales, en negociación con los retos y factores externos. Pero para que esto suceda hacen falta más que pautas, señales, pistas, preguntas y detonantes. Resulta clave ofrecer un punto de partida que le sirva al otro de trampolín para saltar a lo desconocido (o lo que quiere conocer) y abordar retos imprevisibles, para entender el mundo o al menos un fragmento; para reconocer sus reglas de juego. Ser profesor entonces, requiere también del ejercicio de la transmisión de un saber que sirva de piso, entendiendo que esta transmisión debe implicar comprensión; hay algo que el otro no sabe (hacer/pensar/decir) y de alguna forma yo sí. Enseñar es hacer que el otro sepa (hacer/pensar/decir) lo que yo ya sé —no como imitación, sino como modelo—, lo cual resulta más significativo si se logra por el camino de la experiencia y el descubrimiento —que es un camino activo— y no por el camino de la recepción —que es pasivo—, pues así, enseñar se convierte también en hacer que el otro aprenda lo que yo desconozco y sea capaz de ampliar los límites. Asimismo, considero que para que esto suceda, es necesario poner por encima lo que el otro necesita aprender respecto a lo que yo quiero enseñar. No se trata de “dar gusto”, sino de reconocer lo que es pertinente que aprenda dentro de un marco, que puede ser curricular, laboral, profesional o existencial.

5

La relación entre profesor-estudiante no se limita a lo que ocurre en el aula de clase, de la misma forma que el aprendizaje continúa fuera de ella. Considero fundamental combinar estrategias y canales de comunicación sincrónicos y asincrónicos; expandir el aula. El encuentro presencial sincrónico puede ser un espacio dinámico para construir colectivamente a partir de lo que sucede individualmente fuera del aula.

6

Enseñar consiste en instalar un andamiaje en el otro, junto al otro, para que eventualmente afronte determinadas situaciones de manera crítica y creativa, siendo competente y capaz de apelar a criterios que ha construido en su propio lenguaje. Enseñar es tejer con el otro, hilando desde el otro y para el otro, entre todos y para todos. Es un proceso multidireccional e hipertextual. Es escuchar y decir, preguntar y responder, transformar y dejarse transformar. Especialmente en el campo de las artes y específicamente en las narrativas digitales, enseñar es ayudar a encontrar una voz, una mirada, un lenguaje propio, una forma de ver el mundo y de pronunciarse frente a él. Ser un propiciador de (auto)aprendizajes implica transitar entre diversos roles: ser líder, productor, crítico, creativo, improvisador, audiencia, asesor, diseñador, aprendiz, mediador. Cada situación amerita una actitud específica en función del tipo de reacción que uno espera conseguir.

7

El error es una oportunidad para aprender. Ya sea en los procesos de aprendizaje creativos, que no son exactos y que pueden tomar diferentes rumbos, o en los procesos de aprendizaje procedimentales basados en la apropiación de un método concreto para usar una herramienta técnica o producir un tipo de contenido específico. Tanto en el aprendizaje de nociones o procesos “blandos” como aquellos de gran “dureza” donde hay formas correctas y formas incorrectas, si el error aporta algo nuevo o imprevisto, invito a incorporarlo. Por ello considero crucial permitir equivocarse, ofreciendo una retroalimentación suficiente para entender el error y encontrar formas de crecer desde allí, de superarlo, pues el error entendido de esta manera también puede ser un trampolín. De la misma forma, busco promover una actitud de experimentación lúdica, que haga del aula (expandida) un laboratorio, en el cual sea válido ensayar, testear, poner a prueba, evaluar, sacar conclusiones, plantear hipótesis de lo que podría funcionar e identificar posibilidades de mejora. Y esto no solo aplica para los procesos creativos de los estudiantes, sino los procesos creativos míos, asumiendo que también diseñar una clase es un acto (meta)creativo, en el cual como profesor, ensayo maneras de propiciar el aprendizaje. Entiendo que cada curso es una versión que puede ser mejorada. Un curso es un laboratorio que, visto desde el pensamiento de diseño (design thinking), es solo una versión susceptible de ser mejorada mediante un proceso iterativo.

8

Propiciar aprendizajes implica activar dinámicas en los que todos reconozcan en el otro alguien de quien pueden aprender, por lo cual intento generar espacios de participación que hagan posible una retroalimentación que provenga de voces distintas a la mía. De este modo, el otro puede construir un punto de vista crítico y desarrollar habilidades de comunicación esenciales para desenvolverse en contextos profesionales, incluyendo la escucha atenta frente a lo que otro tiene para decir. Ello requiere convertir el aula de clase en un espacio seguro para participar, sin miedo a la censura, con respeto, reconociendo que antes que profesor y estudiantes, somos personas, con miedos, anhelos, inseguridades, deseos, experiencias y motivaciones diversas, que nos hacen iguales a pesar de las diferencias, y que somos capaces de desarrollar criterios que nos permitan analizar, discutir y argumentar de manera fundamentada. Intento generar espacios horizontales en los cuales la figura del profesor no es la de una autoridad que establece el orden e imparte la verdad, sino la de un dinamizador y mediador de vínculos que pone a circular la información.

9

Invito a ser (auto)críticos con los resultados obtenidos, a preguntarse cómo los productos realizados se podrían hacer mejor, y cómo se podría hacer/pensar/decir/sentir de otro modo, a aprender de la forma como el otro resuelve un problema, y cómo la manera de resolver del otro podría incorporarse en lo propio.

10

Hasta aquí, he descrito algunos de los principios que rigen mi práctica pedagógica, que principalmente se enfoca en procesos de creación basada en la apropiación de herramientas tecnológicas. Quisiera terminar mencionando tres estrategias que incorporo, que se refieren de una manera más concreta a cómo dichos principios aterrizan. Una de ellas es el aprendizaje basado en proyectos, para lo cual establezco una serie de pasos que orienten su desarrollo de forma organizada, y presento, la mayoría de las veces, uno o varios ejemplos que den pistas de lo que espero que alcancen. En ocasiones, según los objetivos de aprendizaje, combino el aprendizaje basado en proyectos con el aprendizaje por roles, que además de que constituye una forma colaborativa de aprender, permite que cada uno reconozca sus fortalezas y aporte a una construcción colectiva desde allí, y se desenvuelva dentro de un equipo de una manera similar a como lo haría en un entorno laboral. Una segunda estrategia es la ingeniería inversa, que apunta a aprender desarmando lo que otros han hecho, con una actitud recursiva (muy presente en la cultura maker y hacker), desarmando ejemplos y casos de estudio, tanto a nivel conceptual como técnico, con el fin de conocer su funcionamiento; desarmar es el primer paso para rearmar lo que se desarma, para construir conocimiento y posteriormente realizar procesos de combinación. Por último, una de las estrategias que he puesto en práctica (con mayor intensidad desde que me vinculé como profesor del Ceper) con el objetivo de brindar condiciones para explorar las posibilidades narrativas y expresivas que ofrecen las tecnologías vinculadas a los lenguajes, tal como se estructura en el pregrado en Narrativas Digitales, es lo que podría llamarse pensamiento basado en estructuras dadas. Me refiero a la creación a partir de plantillas, conceptuales o técnicas, que sirven al mismo tiempo para brindar la posibilidad de: apropiar los medios técnicamente, experimentar narrativamente y conocer formas en que los lenguajes y las herramientas digitales se construyen mutuamente.

Por último, quiero finalizar este texto diciendo que veo el aula (expandida) como un campo de experimentación creativa en torno a asuntos específicos de lo que se quiere enseñar y en torno a modos de enseñar. Enseñar es para mi, antes que nada, una oportunidad para aprender de manera estimulante y (auto)transformadora.

Mayo de 2023